¿Cuáles son los saberes pedagógicos en los que se sostienen las propuestas de enseñanza? Adriana Fontana y Rubén Benítez fueron los encargados de responder este y otros interrogantes, planteados durante el último conversatorio del Ciclo “La formación docente entre siglos: del normalismo a la modalidad combinada. Herencias y desafíos pedagógicos”.

Con la disertación de Adriana Fontana, Paula Fernández y Rubén Benítez, se concretó el último encuentro del Ciclo “La formación docente entre siglos: del normalismo a la modalidad combinada. Herencias y desafíos pedagógicos”. El conversatorio, denominado “El avance de las tecnologías digitales y las ‘operaciones pedagógicas’ en los nuevos entornos sociotécnicos de la formación docente”, se propuso recuperar categorías fundamentales del debate pedagógico contemporáneo, como la igualdad, la libertad, la responsabilidad y la autoridad pedagógica, para pensar cómo estas se resignifican ante la avanzada de las tecnologías digitales. Así, cobraron en la conversación un lugar central las operaciones pedagógicas vinculadas al oficio de enseñar en los nuevos entornos sociotécnicos, atravesados por las tecnologías, en particular, las digitales.
La presentación se organizó alrededor de diversas inquietudes: ¿qué cambios, qué continuidades, qué operaciones pedagógicas (en el campo de la formación docente) se han sostenido, se han modificado, se han reinventado en el marco de las nuevas arquitecturas del siglo XXI? ¿Qué distancias y resonancias de las diferentes apuestas pedagógicas entre siglos podemos reconocer? Se introdujeron así algunos debates vinculados con las transformaciones que imponen el desarrollo tecnológico y la cultura digital, y ciertos efectos que estas transformaciones producen en la enseñanza.
Adriana Fontana y Paula Fernández comenzaron el conversatorio leyendo un fragmento del cuento “El puñal”, escrito en 1930 por Jorge Luis Borges, para pensar la cuestión de los entornos sociotécnicos y la agencia de las cosas. “Comenzamos hace un tiempo a analizar la modalidad combinada como un nuevo entorno sociotécnico. El avance de las tecnologías nos obliga a revisar nuestros saberes, nuestros haceres con las cosas, las operaciones pedagógicas. Nos estamos sirviendo de los avances en el campo de la filosofía, el campo de las tecnologías, para pensar la pedagogía. Estamos empezando a intentar mirar la modalidad combinada como un nuevo espacio sociotécnico en el que artefactos y acciones humanas se ven mutuamente imbricados”, expresó Fontana y añadió: “No se sabe muy bien dónde empieza una y otra acción. Están conjuntas en sistemas que no son cerrados, que no son autocontenidos y no se definen, simplemente, por lo que aparece a la vista, sino que se ven como una interconexión de redes que no tienen un comienzo o un fin nítido”.
En ese sentido, Fontana agregó: “En un momento, las clases fueron solo en un aula física. Pero en este nuevo modo de pensarlas, en una relación, en una interconexión con las aulas virtuales y con los espacios que ahí pueden identificarse como sincrónicos, lo que sería un espacio de clase en pantalla tiene una relación que no está cerrada, tiene interconexiones”.
Rubén Benítez, por su parte, se refirió a dos experiencias que le permitieron profundizar sobre los desafíos que la modalidad combinada presenta para el ejercicio del oficio docente, en tanto preocupaciones por generar situaciones de enseñanza en el diseño de materiales de manera cotidiana. Explicó: “En estos casos puntuales, la docente habilita un espacio en el que el aprendizaje no se determina por los recursos o experiencias previas de los estudiantes, sino por un marco compartido y ajustable, según el caso”.
En este aspecto, Fernández añadió: “Haber pensado una propuesta transmedia (es decir, en diferentes plataformas y formatos) me parece muy desafiante. Tal vez, ir paso a paso incorporando distintas tecnologías, hacer una actividad con una, hacer una segunda actividad con otra y, después, recién ahí, poder plantear el recorrido transmedia, pensarlo con distintos recursos, distintas plataformas que se entrelazan”.
Finalmente, Benítez analizó que la modalidad combinada es una experiencia que desafía al docente, quien asume un gran riesgo: “Esto nos puede estar señalando que, quizás, en la modalidad combinada no sea una mala idea simplificar o limitar la cantidad de recursos para evitar que el flujo de la clase se vea interrumpido por problemas técnicos y permitir así que los estudiantes se concentren en el análisis del contenido”.
De esta manera, el conversatorio puso el foco en la necesaria reflexión sobre los haceres docentes y sobre las prácticas cotidianas de quienes ejercemos el oficio en la modalidad combinada. Así, la pregunta central que organizó la conversación fue aquella que vincula las decisiones que tomamos en el marco de una clase con los modos a partir de los cuáles estas decisiones pueden contribuir a generar instancias en las que los y las estudiantes atraviesen la experiencia de la igualdad y de la libertad pedagógicas.