En Argentina, las efemérides son objeto de enseñanza de las ciencias sociales en la escuela. Pero ¿qué sentido cobran esos acontecimientos del pasado en el presente? Las especialistas Analía Segal y Estela Moyano conversan sobre esos ejes en esta nota.

Las efemérides están fuertemente vinculadas a la planificación y a la enseñanza de las ciencias sociales dentro de la escuela. Son una forma de introducir la historia argentina en el aula, a través de una serie de contenidos y de actividades que ofrecen un marco histórico para estos eventos y conmemoraciones patrias, cuyo sentido y relevancia se mide en relación con su protagonismo en los actos escolares y su tratamiento en clase.
Pero ¿qué importancia cobran esos sucesos para permanecer como objeto de enseñanza y reflexión en el aula? ¿Qué recordamos y celebramos en el presente de los hechos y sucesos del pasado? ¿Qué sentidos se construyen en torno a esos acontecimientos? ¿Cómo ha cambiado el discurso pedagógico sobre estos acontecimientos a lo largo del tiempo, tanto en lo disciplinar como en lo didáctico?
Resulta necesario, entonces, mencionar el concepto de efeméride y su etimología, que proviene del latín ephemeris, que refiere a la existencia de una narración de hechos notables de cada día, de un “calendario”. Por lo que el uso de este término alude a un acontecimiento destacado que ocurre en una fecha particular y que se celebra y conmemora año tras año. Pero ¿qué sentidos condensa la noción de efeméride en el trabajo en el aula?
En relación con esto, un aspecto central por considerar es la construcción de sentidos con el presente de aquello que se rememora. Y frente a esa construcción, epocal y ligada a aquellas personas viviendo el aquí y ahora, la historiografía reconfigura la mirada del pasado y la producción del conocimiento en torno a este para generar un nuevo modo de pensar las efemérides, y producir un nuevo acontecimiento, recordado desde el presente.
En la escuela, la conmemoración de las fechas ligadas al pasado nacional y americano son una práctica con una extensa vigencia en el tiempo. Sea a través de actos y celebraciones escolares o mediante el desarrollo de contenidos en el aula, las conmemoraciones constituyen un momento de encuentro, de transmisión cultural y social, y estrechamiento de los vínculos intergeneracionales.
Cuando se piensa en las efemérides, no es posible obviar la unión que existe entre aquello que se conmemora y el ritual que lo conmemora. “Es insoslayable remontarse al origen, al momento en el que aparecen las efemérides en la escuela. Si uno piensa en el ritual, en el acto, hay que hacer otro recorrido que empieza mucho más atrás”, explica Estela Moyano, coordinadora del Departamento de Ciencias Sociales del ISEP.
En Argentina, la Revolución de Mayo constituyó un momento fundamental para la construcción del Estado Argentino, que pocos años después dio origen a la celebración de fiestas cívicas, también denominadas “fiestas mayas”.
“Así, las efemérides y las celebraciones patrias comenzaron a ocupar un lugar destacado en el sistema educativo a partir de la década de 1880, momento en el que el Estado se consolidaba, tras un largo período de guerras civiles y de luchas por la organización nacional. En ese contexto, también se produce, por un lado, una migración europea masiva, convocada por el Estado, para tratar de poblar y hacer producir estas tierras”, señala Moyano. “Por otra parte -agrega- hay un desplazamiento e invisibilización de la presencia de los pueblos originarios, recientemente exterminados en la llamada Campaña del Desierto”.
Esta migración marcó una fuerte presencia de colectividades extranjeras, que vivían en colonias, en comunidades que mantenían sus normas y lenguas nativas, como también sus propias escuelas y festividades nacionales y religiosas, y que no solo convocaban y atraían a las a los miembros de las propias colectividades, sino también a la ciudadanía argentina.
El historiador y autor argentino Juan Carlos Garavaglia estudió la celebración del 25 de Mayo en Buenos Aires, su conmemoración y festejos, y cómo estos convocaban a todos los sectores populares y a los barrios, que participaban a través de distintas actividades. “Los orígenes de ese tipo de conmemoraciones se encuentran en la Colonia y están vinculados a la forma en la que se conmemoraba la coronación de los reyes, los santos protectores de los reyes, en el caso de las fiestas más cercanas a 1810”, describe la especialista.
Sin embargo, con la llegada de los inmigrantes, esas fiestas, que concitaban el fervor popular, fueron perdiendo su fuerza y convocatoria. Y frente al miedo de una posible disolución de nacionalidad que todavía era incipiente, el Estado tomó cartas en el asunto e intervino en el calendario de las fiestas patrias: determinó y reguló el modo en el que estas debían conmemorarse. Buscaba, mediante estas medidas, brindar mucho más formalismo a los actos públicos.
“El Estado pone límites y, desde la escuela, lo hace con la obligación de la enseñanza en lengua castellana para tratar de desterrar las lenguas extranjeras; de ese modo, entra la historia en la escuela argentina. Esta historia legal, positivista, es la que atraviesa y mantiene una permanencia muy larga en la escuela argentina”, afirma Moyano.
“El ingreso de las efemérides a la escuela, entonces, se da en el marco de la idea de Nación de fines del siglo XIX, que apuntaba a nacionalizar, a homogeneizar, insistiendo en el sentido de pertenencia nacional para borrar, de alguna manera, ese pasado extranjero”, apunta la especialista. Pero ¿cómo se vincula la idea de Nación del pasado a la concepción actual? ¿Qué discusiones existen en torno a esos contrapuntos? ¿Y cómo se plantea la enseñanza de los hechos históricos y las efemérides en la escuela?
“Hay toda una revisión de esta concepción; se trata de pensar en una idea de Nación más plural, con el reconocimiento de identidades diversas dentro del propio concepto de Nación. Y, de alguna manera, esto convive en la Argentina”, aclara Moyano. Y destaca: “Esta idea de Nación homogénea también se ha sostenido a lo largo del siglo XX, debido a la fuerte presencia de los golpes militares en Argentina y a su intervención histórica en los planes de estudio y en normativas escolares”.
“Esta idea de Nación es insuficiente y se problematiza, por lo menos desde hace 30 años, como también se problematizan las efemérides en el marco de lo escolar”, amplía, al respecto, Analía Segal, integrante del Departamento de Pedagogía del ISEP.
Existen nuevos aportes, otros marcos conceptuales, alejados de la historia liberal y legal de la construcción de la Nación argentina, empleados en la introducción y en la enseñanza de la historia en la escuela. Y en ese ingreso, desde la perspectiva historiográfica, aparecen problematizadas las propias efemérides. Por un lado, por su centralidad y, por otra parte, por su sentido. Es decir, ¿Esto que tuvo sentido en 1930, tiene hoy un mismo sentido compartido?.
Desde este punto, parece necesario repensar el sentido de la efeméride y su conmemoración desde la actualidad, desde un presente y un hoy en el aula y en el acto escolar. “Tienen que dialogar con nosotros, con quienes estamos ahí y, en ese sentido, la historiografía trae un aporte para poder pensar el sentido de las efemérides”, enfatiza Segal. Estos aportes proponen otras maneras de pensar a los sujetos de la historia y su protagonismo, y también diferentes aspectos, como la introducción de la mirada de los sectores populares en la historia, las comunidades originarias y las comunidades migrantes.
Desde hace mucho tiempo, las efemérides forman parte del calendario escolar en Argentina. Sin embargo, la producción educativa vinculada a estas fechas conmemorativas es un poco más reciente. El Bicentenario de la Revolución de Mayo es uno de los claros ejemplos de producción educativa. “Fue un momento en el cual todo ese movimiento disciplinar y de repensar el sentido de la enseñanza de la historia y también de las efemérides, que venía sucediendo, tuvo un punto de visibilización para el gran público”, destaca Segal.
No solo se trató de producciones relacionadas con lo escolar, sino que su conmemoración giró alrededor de diferentes festejos y diversidad de producción de materiales; ensayos, producciones televisivas, literarias, de divulgación. “Hubo toda una explosión, un gran nivel de difusión de estos nuevos sentidos y de nuevas dimensiones para pensar la historia y las conmemoraciones”, agrega.
Y amplia: “Creo que en el Bicentenario se produjo una recuperación hacia el lado más civil, más popular. Hay una reapropiación de palabras como Patria, Estado o Nación, y la enseñanza y las escuelas se beneficiaron con eso, y con producciones que lo reflejaron y tienen hoy mucha circulación en el día a día escolar”.
“Las efemérides tienen una presencia central en las escuelas, en Argentina y en todos los países del mundo”, comparte Moyano. Pero las efemérides actuales no siempre estuvieron dentro del calendario escolar. “Todos conmemoran las fechas importantes de su historia, construyen tradiciones y, en ese sentido, los avances o el transcurrir de esas sociedades hacen que las efemérides no sean fijas”, resalta la especialista. Mientras que algunas fechas llevan un tiempo en el calendario educativo, otras se incorporaron recientemente, como el 24 de marzo, Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia, que se aleja del significado de construcción y organización del Estado que poseen otras efemérides patrias. O bien la fecha del 2 de abril, que conmemora la soberanía sobre las Islas Malvinas, que históricamente era el 10 de junio y que no siempre se la conmemoró de la misma manera.
Así, se abren nuevos debates sobre las efemérides, interesantes para poner en discusión su sentido y la incorporación de enfoques ligados a distintos ejes de trabajo en las ciencias sociales. “Uno puede trabajar a partir de una fecha con temas de memorias que son muy interesantes, no solo para discutir desde la historia política y social de nuestro país, sino también para entrar al trabajo con la realidad cotidiana, con las historias familiares y demás”, considera Moyano.
Las efemérides pueden ser una posible puerta de ingreso a otros temas de las ciencias sociales y a problemáticas específicas del área. Esto -para Segal- implica “tratar de alimentar los actos escolares desde esas reflexiones y que las formas de los actos no pisen el contenido”, sino que puedan “darle un sentido que nos hable a todos”.
Más allá de la narración histórica y de los rituales o conmemoraciones institucionales, es importante darles un nuevo sentido a las efemérides, que no solo se enfoque en el ámbito escolar, también en el social y cultural, y pensar esos nuevos sentidos con los alumnos, con los docentes, acompañando discusiones y brindando espacios de palabra y reflexión con los aportes teóricos de los trabajos historiográficos que llegan a la escuela.
“Las discusiones no se pueden sostener desde el sentido común, sino que se deben argumentar con solidez y consistencia. Y en momentos en los que hay mucha preocupación por la oralidad, la lectura y la escritura, las ciencias sociales y las efemérides, en particular, son interesantes para trabajar estos temas que preocupan en la escuela”, analiza Moyano.
En este sentido, el desafío para los docentes es trabajar las propuestas de las conmemoraciones de manera significativa al propiciar un espacio de participación activa, y al incluir la voz y la participación de los estudiantes para que se resignifique el aprendizaje de esas fechas.
“Si bien estas nuevas miradas historiográficas llegan a la escuela, el punto es cómo llegan a la escuela y a la formación docente, cómo eso se hace presente a la hora de revisar las efemérides, cómo trabajar con colegas docentes, cómo aproximarles material, propuestas y sentarnos a conversar y a discutir sobre estas preocupaciones, qué hacemos con las efemérides”, concluye Moyano.
Cómo citar este artículo