Este 15 de abril el ISEP celebra su quinto cumpleaños. Se trata de un aniversario especial: transcurrió en un escenario signado por la pandemia, la retracción a los hogares y las nuevas modalidades en las que la escuela se hizo lugar en ese contexto. Durante esos meses, dimos lugar a un dispositivo de trabajo que se hizo cargo, como institución pública y de formación docente, de afrontar el desafío de pensar el oficio docente y su vínculo con los medios digitales.

Hace poco, no más de un año atrás, se anunciaba en todo el país el inicio de la cuarentena obligatoria a raíz de la pandemia de COVID-19. Hace exactamente un año atrás, el 15 de abril de 2020, en el ISEP empezábamos el día de nuestro cumpleaños trabajando desde casa o, como lo simbolizamos, en pantuflas. Como nosotros, tantos otros reacomodaron sus cocinas, pasillos, comedores y poco a poco, se fueron poblando de libros y pantallas.
En todo el sistema educativo sobrevino un cimbronazo que obligó a reorganizarse sobre la marcha. Preguntas y más preguntas ponían en tensión nuestros saberes y nuestras prácticas, los modos en los que, hasta ese momento, había tenido lugar la escuela.
Hoy, trece meses después, afrontamos un nuevo aniversario, otra vez desde nuestras casas, trabajando de manera remota, aunque parte del sistema educativo retoma progresiva y cuidadosamente la presencialidad. Sin embargo, entre aquel 15 de abril y este pasaron muchas cosas, en las escuelas y en las familias, y también en el ISEP. Pasaron cosas que no sólo nos posibilitaron la continuidad educativa sino que nos desafiaron a redoblar los esfuerzos, a intensificar el trabajo y a repensar nuestro oficio.
Aquello con lo que contábamos
La pandemia y sus consecuencias interrumpieron el funcionamiento habitual de todas las instituciones educativas, demandando no solo la revisión de las propuestas planificadas sino de las relaciones interinstitucionales y de los vínculos que se construyen y tejen cotidianamente. En otras palabras, hubo que re-escribir, casi por completo, el modo en el que podían funcionar.
En algunos casos, sin embargo, la historia previa, el camino habido, dio algunas concesiones (importantes, podríamos decir). Es el caso del ISEP, institución en la que, desde hacía tiempo, veníamos estudiando y experimentando, tanto en nuestra organización institucional como en las propuestas de formación, la relación entre el trabajo docente y las herramientas digitales (puede leerse, en este sentido, el artículo que publicábamos en abril de 2020 en torno a la pedagogía del ISEP: Pequeñas alegrías: una pedagogía en ciernes).
Desde el inicio, el vínculo entre formación docente y cultura digital se constituyó como un eje transversal del ISEP. Así, la cultura digital fue tanto un objeto de estudio en diferentes propuestas de formación docente cuanto, a su vez, parte del «entorno socio-técnico poblado por artefactos» (Dussel y Trujillo Reyes, 2018: 147) que materializaba una forma particular de la transmisión del conocimiento. En ese punto, el instituto traía consigo una experiencia amplia y significativa que posibilitó dar continuidad a su funcionamiento pese a las condiciones que se afrontaban.

Sin embargo, la pandemia no sólo permitió capitalizar los saberes construidos. Principalmente, nos empujó a acelerar y a desplegar en nuestras formaciones, con más intensidad, los modos de esa pedagogía que veníamos desarrollando. La virtualidad era para quienes trabajábamos en el ISEP un terreno conocido y eso suponía, entonces, el desafío de compartir esa expertise como un modo de acompañar al sistema educativo.
A partir de allí, lo que siguió fue un conjunto de búsquedas, de ensayos y de experiencias que ponían en diálogo los saberes construidos con las escenas de ese tiempo histórico, que miraban lo nuevo desde lo conocido y que invitaban a reflexionar en torno a las maneras de afrontar desafíos que, para muchos, se presentaban como una experiencia inédita y, también, inquietante.
La clase en pantuflas
La «clase en pantuflas» fue la primera respuesta. Nació de las muchas conversaciones en las que aparecían ideas sueltas que, hasta ese momento, se mezclaban pero no lograban hilarse. ¿Hay que brindarles a los docentes una lista de herramientas digitales y enseñarles a usarlas?, ¿hay que convocar a la reflexión sobre los medios digitales (no como herramientas, sino como medios)?, ¿hay que habilitar un espacio para compartir experiencias de quienes ya «se mueven» enseñando en entornos digitales? Por esos primeros días, sobrevolaban las preguntas y escaseaban las respuestas.
A partir de allí, todo fue probar, discutir, proponer. Creamos espacios de conversación en los que encontrarnos a través del diálogo. Escuchamos los aportes de especialistas que traían una mirada para pensar el nuevo escenario y que nos convocaban a repensar nuestras prácticas volviendo sobre nuestro oficio.

Abrimos el debate en torno a las clases: presenciales, virtuales, combinadas. Convocamos a las y los docentes a pensar sobre sus clases, a reinventarlas, a explorar nuevas formas. ¿Dar clase en las pantallas es igual a dar clases virtuales? ¿Cómo trabajar con herramientas digitales? ¿Qué se enseña o se aprende en estas clases, cómo se trabajan los conocimientos y qué pasa con el vínculo pedagógico? ¿Cómo evaluar en este contexto? Esas preguntas resonaron en conversatorios, en seminarios, en talleres, en postítulos.
La experiencia que habíamos acumulado había tomado la forma de múltiples conversaciones colectivas, abiertas, desafiantes, que nos ponían a observar nuestras prácticas de cara al contexto que afrontábamos y que nos invitaban, al mismo tiempo, a explorar, a buscar, a indagar en los modos de sostener el vínculo pedagógico y de, pese a todo, dar clases.
En pocos meses, así, en el ISEP habíamos dado forma a un dispositivo de trabajo que se había hecho cargo de la responsabilidad que le cabía, como institución pública y de formación docente, en el acompañamiento y la formación, desplegando un conjunto de propuestas y de espacios en los que pensar el oficio docente.
Luces y sombras en la celebración de un nuevo año
Por el equipo directivo del ISEP
Laura Percaz, Ruth Gotthelf y Adriana Fontana
Aquí estamos, celebramos hoy un nuevo aniversario, aún cuando -como todos- pasamos un año difícil. A lo largo del 2020 nos encontramos (¿más que otros años?) en numerosos meet, zoom, conversatorios. Volvimos a pensar en nuestro oficio, a reconocernos en lo que puede pedagógicamente una mirada, una mano en el hombro, una voz, un gesto… ¿Lo perdimos todo en las pantallas?
Analizamos cómo dar clases con herramientas digitales; rápidamente aprendimos a usarlas, también las estudiamos; comprendimos que las herramientas no son la clase; que la clase puede sostenerse en diferentes escenarios y formatos. Que “dar” clase supone generosidad, “dar es dar”[1]; dijimos que dar clase es una práctica histórica y novedosa, acción individual y colectiva que requiere atención, talla, decisiones muy cuidadosas. ¿Lo perdimos todo en las pantallas?
Sentimos la distancia y el frío que separa a la cultura digital de la cultura escolar; extrañamos, añoramos, deseamos volver a la escuela, volver a los IFD, volver al ISEP. Queremos encontrarnos otra vez alrededor de las mesas de estudio.
Sin embargo, nos sentimos juntos, acompañándonos ante la angustia, las pérdidas. Nos re-organizamos, armamos nuevos espacios, como Tu escuela en casa. Ampliamos “lo común”, vimos mejor lo que nos une, lo que nos encuentra en este oficio. Luces y sombras.
A fines del 2020 hicimos una consulta, queríamos saber si la oferta formativa del ISEP estaba orientada, si brindaba aportes ante los desafíos del momento. Algo más de 1500 colegas, de toda la provincia, la respondieron. Más del 94% reconoció aportes directamente vinculados a las prácticas de enseñanza relacionados con saberes pedagógicos, didácticos, metodológicos, disciplinares y con el uso de herramientas digitales en el aula. Vale compartir algunas respuestas, de las más significativas, no solo por lo que dicen de la coyuntura sino por lo que traen de los cinco años de trabajo que hoy celebramos:
La forma de cursada fue para mi contenido, ya que el haber cursado bajo la virtualidad me ayudó a organizar mi propia cursada para mis estudiantes del profesorado.
Me permitió asesorar a los docentes en sus propuestas pedagógicas desde una mirada inclusiva que promueva el desarrollo de los aprendizajes y el aprovechamiento de los entornos virtuales para acompañar y fortalecer las trayectorias de nuestros estudiantes.
La formación continua hizo que rápidamente pudiera adaptarme a un modelo de enseñanza remota. El manejo de distintas herramientas tecnológicas y el aporte metodológico de las propuestas formativas ayudaron.
En cuanto a saberes pedagógicos en contexto de ASPO y educación a distancia, aprendí mucho mediante los encuentros por Youtube, participando e interactuando con los y las disertantes, encontrándonos con otros docentes en espacios sincrónicos, donde la cita era reconocernos en esta situación atravesada pero buscando ser artesanos / arquitectos del camino nuevo transitado.
Me ayudaron a comprender que se puede seguir estudiando y hacer que los estudiantes sigan vinculados a pesar de esta emergencia sanitaria que estamos atravesando.
Me dio criterios para priorizar lo relevante de lo no relevante.
Palabras precisas, medidas, ajustadas a situaciones concretas que nos dejan ver cómo se materializa, cómo toma cuerpo aquella “pedagogía en ciernes”. Nos deja ver por dónde vamos y, también, por dónde seguir. Por eso, a pesar de las circunstancias, celebramos y agradecemos un año más de encuentros, conversaciones, espacios de estudio que se abren y renuevan. Quizás no lleguemos a “captar el enigma de la sombra”[2] que la pandemia tiende sobre todos nosotros pero, tal vez, sí podamos ser sensibles a la luz que se le escapa y con la que se combina.
Referencias
Fontana, A. (2020) «Pandemia, tecnologías digitales y formación docente. Preguntas a partir de la experiencia», en Pensar la educación en tiempos de pandemia: entre la emergencia, el compromiso y la espera. Inés Dussel, Patricia Ferrante, Darío Pulfer (compiladores), Ciudad Autónoma de Buenos Aires, UNIPE: Editorial Universitaria, 2020. Recuperado de: http://biblioteca.clacso.edu.ar/Argentina/unipe/20200820015548/Pensar-la-educacion.pdf
[Consultado 16/04/2021]
Pequeñas alegrías: una pedagogía en ciernes. (2020). Recuperado de https://isep-cba.edu.ar/web/2020/04/15/pequenas-alegrias-una-pedagogia-en-ciernes/
[1] En alusión a la canción de Fito Paez, Dar es dar.
[2] Tanizaki (2013): El elogio de la sombra.