El conversatorio “La Biblioteca de Babel. Sobre los libros, la lectura y la escritura” se llevó a cabo el 28 de agosto a través de una transmisión en vivo por YouTube. Revivilo a través de esta nota.
El viernes 28 de agosto se llevó a cabo el conversatorio virtual “La Biblioteca de Babel. Sobre los libros, la lectura y la escritura”, organizado por la Revista Scholé, publicación editorial del ISEP.
El encuentro –en el que conversaron el director de la revista, Eduardo Wolovelsky, el doctor en Letras Agustín Berti y la escritora Valeria Daveloza– fue una ocasión para reflexionar acerca del libro como objeto material y cultural, protagonista de la historia a través de los siglos y objeto de disputas sociales y políticas. Sus tensiones con los libros digitales, también llamados e-books, y el rol del docente como mediador cultural a través de las lecturas también fueron foco durante la conversación.
“Buscamos con estos encuentros construir instancias de diálogo, tanto con los autores y autoras como con los lectores y lectoras de la revista”, expresó Valeria Chervin, coordinadora general de Producción y encargada de concretar la apertura formal del encuentro. Sostuvo, durante su intervención, que el propósito del conversatorio era compartir reflexiones en torno a los modos en los que los y las docentes motivamos a las y a los estudiantes: “¿Qué seleccionamos como material de lectura en las escuelas? ¿Y por qué?”.
El docente como mediador de lecturas
La primera en abrir paso a las reflexiones fue Daveloza, correctora literaria y profesora en Letras Modernas (UNC), diplomada en Lectura, Escritura y Educación (FLACSO) y en Políticas Editoriales y Proyectos Culturales (UBA). Allí defendió la tesis de que inscribir a los sujetos en la cultura es una tarea política: “Hay un ejercicio que los docentes tenemos que hacer, que es un ejercicio de posicionamiento político. Una curaduría de materiales de calidad, de buena literatura para leer, porque no da igual leer cualquier cosa. Y menos que menos en los tiempos actuales, donde hay una marea de ‘PDFS’ que circulan, que nos pueden dar la falsa sensación de la democratización en el acceso a la cultura”.
En ese sentido, destacó la importancia de la escuela y del docente como protagonistas en el rol de mediadores de lecturas, como anfitriones en la invitación al diálogo con los textos y en la apropiación de la cultura.
“Cuando hablamos de la experiencia literaria, hablamos de una experiencia de suspensión. Y en ese sentido creo que la escuela es el lugar donde podemos armar esa burbuja: otro tiempo, otra forma de estar que hospede a nuestros estudiantes, que permita ese intercambio, ese diálogo”, expresó.
La digitalización de la literatura
“En ese contexto particular, inmersos en la pandemia, de mezcla entre lo público y lo privado, en el que todos nos encontramos trabajando en nuestras casas, estamos ultraconectados por muchísimos dispositivos e hiperconectados. En esa hiperconexión, la atención deviene en un bien muy escaso; hay muchas cosas que nos demandan atención al mismo tiempo”, manifestó Berti.
Desde ese planteamiento inicial, señaló dos ideas centrales que emergieron con la digitalización de los libros: la falsa ilusión de acceso democrático a la cultura porque –explica– lo que es necesario es tiempo para darles atención a todas esas lecturas y procesarlas; y la ilusión de que la cultura se había desmaterializado por la propia digitalización, que se tensiona con la idea del libro como objeto material más allá del contenido.
Berti destacó que es necesaria la relación “entre contenido y continente” y apuntó la diferencia entre la materialidad del libro, sus formas, su tamaño, su impresión, y la lógica de los contenidos en las pantallas.
“El libro es un dispositivo muy resiliente, ha atravesado siglos y se ha modificado a lo largo de la historia. Es una tecnología muy compleja, uno tiende a pensar que el celular es una tecnología compleja y el libro, una tecnología muy primitiva. Pero un libro puede leerse sin conexión a internet, sin energía eléctrica, y ni siquiera tiene que estar actualizado el sistema operativo para poder leer los libros. El libro está ahí, permanece. Y eso lo hace un vehículo de cultura particularmente potente”.
La sacralización y la quema de libros: entre las disputas políticas y sociales
El libro ha sido también objeto de disputas. Así, prohibirlos, quemarlos y darlos por perdidos fue un mecanismo político a través de la historia. “En El Nombre de la Rosa, (Umberto Eco) se refiere al ‘riesgo’ de leer ciertos libros, que por lo tanto deben estar prohibidos. La última forma de prohibir es quemar. Hoy ya no es así. Lo que necesito hoy es publicar muchos libros que quiero que sean leídos, contra aquellos que no quiero que se lean”, expresó Wolovelsky.
En alusión al nombre del conversatorio, Wolovelsky retomó la historia de “la Torre de Babel”, aquel relato bíblico en donde se impone un caos de idiomas en el cual los constructores dejan de entenderse; desde allí trazó un paralelismo con lo que ocurre hoy por la hiperabundancia de textos y por “la desmesura de las publicaciones”. “Hoy se trata de elegir, de leer con compromiso, de leer poco, tal vez, pero de manera significativa. Poder asumir la idea también de la ignorancia, de que puedo no saber algo, de que debo seleccionar, porque no se pueden leer todos los libros. El secreto está en qué leer. Y en qué leer está la pregunta por el deseo y, a su vez, en esa pregunta está el sentido de la existencia. Eso es lo profundo que implican los libros”, detalló.
Sobre la Revista Scholé
Revista Scholé. Tiempo Libre. Tiempo de estudio es la publicación editorial digital del ISEP, destinada tanto a docentes, a estudiantes de profesorados y a trabajadores de la educación como al público en general. Se trata de un espacio de lectura que, desde el placer y el goce, acompaña a repensar nuestros procesos culturales y reflexiona sobre la historia, el arte, la literatura, la pedagogía y la educación.
En palabras de Adriana Fontana, directora del ISEP: “Queríamos una revista para docentes que pudiera expresar conceptualmente una pedagogía que sabe de su profundo compromiso con la cultura y que, desde esa perspectiva, trata asuntos que nos conciernen como responsables de un oficio que elegimos. Tomando los términos de Jan Masschelein, se trata de ‘poner el mundo sobre la mesa’ para nuestros niños y niñas, para los jóvenes y los futuros colegas: nuestros estudiantes de los institutos de nivel Superior”
En sus tres ediciones anuales, se pueden encontrar entrevistas, relatos, reflexiones sobre hitos históricos, reseñas sobre libros y películas, consideraciones sobre la compleja tarea de enseñar e invitaciones a mirar y a repensar expresiones culturales tales como pintura, fotografía, escultura. Los contenidos están organizados en diferentes secciones: Miradas, Contrapuntos, Espacio conceptual, Experiencias pedagógicas, Narradores, Conversaciones y Una imagen, mil palabras.
Durante agosto la Revista Scholé salió con su edición n° 05. Leela acá: