Contó con la presencia de la socióloga e investigadora Ana María Brígido, de Adriana Fontana y de Gabriel D´Iorio. Durante el encuentro se abordaron múltiples perspectivas e interrogantes sobre cuál es la especificidad del vínculo entre escuela e igualdad y si la escuela contribuye o no a la reproducción de la desigualdad social.
En el marco del espacio “Diálogos sobre pedagogía, a propósito de la formación docente entrado el Siglo XXI”, el pasado martes 17 de septiembre se llevó a cabo, en el Auditorio del Instituto de Enseñanza Superior Simón Bolívar de la ciudad de Córdoba, el conversatorio “Escuela e Igualdad: debates y contrapuntos”, que tuvo como exponentes a Ana María Brígido, a Adriana Fontana y a Gabriel D´Iorio.
Durante el conversatorio se abrieron múltiples perspectivas e interrogantes sobre cuál es la especificidad del vínculo entre escuela e igualdad y si la escuela contribuye o no a la reproducción de la desigualdad social.
En ese sentido, la directora del ISEP, Adriana Fontana, anticipó la llegada de François Dubet a la ciudad de Córdoba el próximo 8 de octubre y adelantó aquellos puntos más importantes de la obra del sociólogo en el campo de la educación, de la experiencia escolar y de sus actores, además de las desigualdades sociales reproducidas en la escuela.
Por su parte, la socióloga Ana María Brígido fue la encargada de responder algunas de las preguntas a través del pensamiento de Dubet. “A veces somos contradictorios entre lo que hacemos y lo que decimos. Preferimos la desigualdad, aunque decimos lo contrario. Dubet constata que, muchas veces, nosotros mismos, con nuestras prácticas, estamos condicionando”, expresó.
Y agregó: “Si analizamos los gestos que tenemos con los chicos, vamos a descubrir muchísimos rasgos en donde estamos creando desigualdades”.
La investigadora aseguró: “El dilema serio de la escuela es someter al alumno a una contradicción; es decir, tratarlo como igual para fabricar uno desigual porque, si no, no tendría sentido la escuela”. Y cuestionó: “¿Cómo tratamos igual a alguien a quien estamos fabricando? La sociología habla de crear un ser nuevo en el sentido estricto de la palabra crear. Esta idea viene de Émile Durkheim”.
“Debemos tomar conciencia de la realidad con la que trabajamos y cuáles son las contradicciones profundas de esa realidad: ¿qué hago yo para transformar esa realidad?”, se preguntó.
Al respecto, Brígido sostuvo que los seres humanos defendemos las igualdades que nos benefician, pero no defendemos aquellas que nos perjudican y eso se manifiesta en las elecciones diarias. “Dubet da ejemplos muy concretos no solo para los que estamos en educación, sino para cualquier ciudadano: ¿cómo las elecciones personales pueden provocar desigualdades?”, agregó.
Estatus social en las prácticas educativas de hoy
El concepto de estatus social es un fenómeno perceptible en cualquiera de los ámbitos actuales de la vida humana, y la educación no es ajena a este proceso.
La socióloga argumentó que la escuela es la responsable de darle al individuo lo que le puede servir para ser un ciudadano pleno en las distintas posiciones: “La sociología no trabaja con personas, trabaja con posiciones. Las posiciones están jerarquizadas. Por ejemplo: no es lo mismo ser un juez que un recolector de residuos. La escuela obligatoria debe dar los elementos necesarios para que cada uno se ubique en la oferta que hay de posiciones. Un bien social se define escaso, si no es escaso deja de ser bien social. El problema es de los pobres que llegan al último. Me refiero a los pobres en capital cultural, en oportunidades, porque el azar del nacimiento también cuenta. Nosotros tuvimos el privilegio de nacer en un lugar y no en otro. Socialmente, somos privilegiados y tenemos que tener conciencia y responsabilidad por ese privilegio”.
En la actualidad, el valor social dado a una persona tiene una trascendencia vital, pues dicho estatus le permite o le niega el acceso a diferentes bienes y privilegios. En ese sentido, la docente de la UNC explicó: “El que ingresa al sistema educativo no ingresa en el mismo punto que el otro. Hay otro que ingresa atrasado, que no tiene una familia que lo apoya, que no tiene los recursos económicos”. Y agregó: “La igualdad es una idea, un ideal social. No es un hecho. Hay una diferencia entre igualdad y equidad. Dubet dice: ‘La igualdad no es igualitarismo, la igualdad social consiste en hacer que los ciudadanos de una misma sociedad dispongan de condiciones de vida lo suficientemente próximas como para tener el sentimiento de que se pertenecen mutuamente y forman parte del conjunto’. Si esas distancias se hacen muy grandes, el otro ya deja de ser un miembro y comienza a ser un descartado. Se cae del sistema”.
Finalmente, Brígido remarcó que un docente nunca recibe a un grupo de niños iguales: “Por más que las recetas pedagógicas nos pongan un niño tipo, no existe un niño tipo, existen tipos de niños. Respetando este supuesto inicial de que todos tienen la capacidad de aprender, de manejar su propia vida y ejercer su libertad autónomamente, pero son diversos. Y hay que enseñarles a ser autónomos, y en eso la sociedad tiene mucha influencia y la escuela tiene que suplir lo que el niño no tiene en su contexto”.
Entender la igualdad y su vínculo con la escuela
Consultado sobre por qué es importante, en el contexto de hoy, tomarse este tiempo para hablar de estos temas, Gabriel D´Iorio, profesor titular de la cátedra de Estética en el Departamento de Artes Audiovisuales de la UNA y profesor adjunto de Ética en el Departamento de Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, explicó que un conversatorio como este “es muy importante no solo para introducir a la obra de un conjunto de autores, sino para lograr que esos autores sean significativos para nosotros”.
Y agregó: “Nos ponemos a conversar sobre la obra de François Dubet, nos ponemos a conversar sobre la obra de Jacques Rancière, sobre filosofía, sociología y pedagogía, pero tratando de que esos temas resulten significativos para nuestras prácticas en este momento y en esta coyuntura”.
Teniendo en cuenta los contrapuntos filosóficos, sociológicos y pedagógicos, D´Iorio remarcó que el punto central del encuentro giró en torno al problema de la igualdad. “Cómo entender la igualdad en términos sociológicos y filosóficos; cómo entender la igualdad y su vínculo con la escuela; cómo entender la igualdad y su otro, es decir la desigualdad; cómo entender la igualdad en relación con las diferencias sociales, étnicas y culturales”, destacó.
El profesor señaló que la idea del conversatorio fue tratar de mostrar, a pesar de los matices, que hay una relación específica entre el dispositivo escolar, la transmisión y la cuestión de la igualdad. “Creo que, de alguna manera, eso se reflejó no solo en las exposiciones que hicimos en la mesa, sino también en lo que se recuperó luego en las conversaciones que tuvimos con los colegas”.
En relación a qué aportes hace este tipo de eventos y cómo influyen en la formación docente, D´Iorio explicó que encuentros como este son importantes para lograr que se afiance una perspectiva: “Cada docente tiene hoy un desafío a la hora de transmitir conocimiento. Y ese desafío se encara mejor complementando el saber propio, el saber de la propia disciplina, con una perspectiva respecto de la posición pedagógica”.
Diferentes miradas de una jornada colmada de reflexiones
El encuentro también propició el diálogo con los asistentes y el intercambio de experiencias y de interpretaciones sobre lo acontecido.
Andrea Pisarello, asistente al conversatorio, consideró que el encuentro le generó cuantiosas preguntas que tienen que ver con un contexto absolutamente difícil en la escuela y para el sistema. “En este conversatorio se habló mucho de las posibilidades de los docentes, de las posibilidades de los y las estudiantes, de lo que la escuela puede y no puede hacer y de que lo que puede hacer se genera desde una mirada optimista sobre los y las estudiantes. Creo que poner en debate a Jacques Rancière y a François Dubet a partir de dos especialistas que los estudian permite pensarnos de una manera más clara en un escenario tan difícil como es el de la Argentina de 2019”.
En ese sentido, Pisarello se refirió a una frase que formuló la profesora Brígido.
“Ella expresó que la escuela no puede solucionar todo; puede solucionar algo y es una tarea compleja descubrir qué es lo que puede solucionar y debemos trabajar en ello. Creo que a veces se le pide al docente algo que también es tarea del conjunto del sistema educativo, que es responsabilidad de las políticas y responsabilidad del conjunto de la sociedad, en donde hay condicionamientos estructurales que limitan el accionar del docente”, dijo.
“Pero este diálogo entre Jacques Rancière y François Dubet nos permite ir encontrando alternativas. Habilitar la inteligencia del otro, la palabra del otro, reconociendo cuáles son sus condiciones de existencia, sus condiciones materiales, sus condiciones contextuales. Pensar las oportunidades, las posiciones y pensar en ese momento situado de la enseñanza, cómo hacer jugar la igualdad para que el otro aprenda”, agregó.
Por otro lado, Mariano Pacheco, también participante del evento, reflexionó sobre el conversatorio y consideró importante poder volver a rescatar la dimensión de la formación estricta también en el plano de la teoría. “Tuvimos la posibilidad de elaborar conceptos para poder analizar en qué realidad estamos parados en el mundo del siglo XXI en función de pensar las prácticas pedagógicas y poder hacer un cruce en la dimensión política que toda práctica pedagógica tiene”, señaló.
“Este conversatorio sirvió para repensarnos en un mundo que cambia constantemente, que nos presenta nuevos desafíos y que, muchas veces, nos deja anclados a conceptualizaciones que fueron muy importantes en un momento determinado y que hoy sirven como archivo, pero que no nos sirven para pensar algunos de los problemas fundamentales en nuestra contemporaneidad”, añadió.
En relación a cuáles fueron los aportes del encuentro, Pacheco consideró: “Contribuyó mucho a la formación docente porque quizás en la vorágine del trabajo cotidiano es difícil detenerse en el estudio, la lectura, la reflexión de algunos ejes conceptuales, de algunos autores y autoras, y este tipo de encuentros habilitan no solo a poder poner en diálogo esa práctica cotidiana con determinadas teorías, sino a poder ampliar la imaginación y las posibilidades de seguir leyendo y pensando cuestiones más allá de este encuentro”.
Y concluyó: “Al final de cada una de las exposiciones hubo un ida y vuelta que permitió que la gente que vino a participar pudiera compartir reflexiones, preguntas, comentarios y, sobre la base de eso, armar una conversación más colectiva”.