De ellos y ellas, 72 se egresaron como Especialistas de Nivel Superior en Conducción y Gestión Educativa en la Educación Inicial, Primaria o Secundaria. En tanto, 593 cursantes obtuvieron su certificación de la Actualización Académica en Conducción y Gestión Educativa en la Educación Inicial, Primaria, Secundaria o Superior.
Los trayectos formativos en Conducción y Gestión Educativa concluyeron el 2018 con más de 600 egresados y egresadas. Por un lado, 72 se egresaron como Especialistas de Nivel Superior en Conducción y Gestión Educativa en la Educación Inicial, Primaria o Secundaria; por el otro, 593 obtuvieron su certificación por la Actualización Académica en Conducción y Gestión Educativa en la Educación Inicial, Primaria, Secundaria o Superior.
Ambas propuestas están dirigidas a docentes, directores y directoras de todos los niveles y modalidades de la provincia de Córdoba; parten de la premisa de que los desafíos y los problemas reales que enfrentan la gestión y el gobierno de las escuelas son diversos y asumirán matices propios en razón de los contextos institucionales particulares. En torno a ello, los y las cursantes transitan, se apropian e incorporan marcos teóricos para indagar, pensar y comprender más profundamente esos problemas y desafíos; construyen, además, herramientas metodológicas y dispositivos para intervenir, desarrollan la reflexividad sobre la propia práctica profesional y ejercitan el trabajo colaborativo.
De este modo, el fortalecimiento de los equipos de gobierno de las instituciones educativas constituye una prioridad para la política educativa del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba, ya que desempeñan un rol clave en la mejora de las escuelas y en la promoción de la calidad de los aprendizajes de los alumnos y las alumnas. Por esa razón, la Especialización en Conducción y Gestión Educativa surge con el principal objetivo de poner a disposición de quienes conducen las escuelas un conjunto de herramientas conceptuales y metodológicas para afrontar los desafíos actuales en su trabajo.
En ese marco, se vuelve necesaria la identificación y el abordaje de un conjunto de dificultades propias de la coyuntura de cada espacio escolar. Al respecto, Sonia Valdez, una de las cursantes egresadas, comentó: “Fui identificando a lo largo del trayecto algunas problemáticas que vivimos hoy en día en las instituciones como, por ejemplo, que predomina un modelo organizacional, que faltan acuerdos y consensos, que falta generar espacios de diálogos y articulaciones mejores con otros niveles, además de problemáticas educativas nuevas que tienen que ver con la autoridad, con el conocimiento, con las políticas educativas”. Tal como lo relata Sonia, la interacción e implicación con su realidad concreta de trabajo, considerando el diálogo profesional con compañeros y compañeras colegas, es el punto de partida de la propuesta.
El recorrido por la especialización considera múltiples cuestiones vinculadas a la formación de los equipos directivos. El cursado pone en discusión los problemas que habitan en la escuela y, también, la toma de decisiones ajustada al reconocimiento y al análisis situacional de ellos: el planeamiento escolar, el gobierno cotidiano de la institución, la gestión de la enseñanza, la conformación y el desarrollo profesional de los equipos docentes a su cargo, la construcción y el análisis de datos, la evaluación de todas las dimensiones de la vida institucional, la relación escuela y la comunidad, entre otros.
En esa estructura de contenidos, uno de los principios pedagógicos que atraviesa toda la propuesta es la vinculación entre la teoría y la práctica. El formato “taller” es frecuente en los encuentros presenciales, donde se proponen actividades relacionadas con la práctica -con diferentes grados de complejidad- y, a su vez, reflexionar sobre cada una de ellas: estudio de casos, trabajo basado en problemas, actividades simuladas y más estrategias.
Para la nueva egresada María José Schneider, lo más valioso de la especialización es esta vinculación teórico-práctica: “No se queda en esa teoría, en ese libro que hay que leer o en ese texto, sino que todo es llevado a ejemplos concretos: ‘bueno, a ver, en el aula y en la escuela, cómo lo hacemos, cómo lo llevamos a la práctica, cómo lo mejoramos, qué da mejores resultados’. Eso me parece muy importante para que no quede en una especialización más y que vaya impactando poco a poco en las prácticas”.
Respecto de la formación continua y del desarrollo profesional de los equipos docentes y las posibilidades de gestionarlos desde la dirección escolar, se trabaja en la resignificación de la observación y el análisis compartido y reflexivo de clases y situaciones escolares, considerando estas prácticas como herramientas claves para la mejora de la enseñanza.
“Lo que llevo a mi escuela es una nueva forma de mirarla, de mirar lo que tenemos, de mirar nuestros alumnos, de mirar nuestros docentes, de mirar nuestras prácticas, de reflexionar sobre qué es lo que queremos cambiar”, comparte Adriana Astegiano, alumna y reciente egresada.
Así es que parte del trabajo, tanto en la especialización como en la actualización académica, se enfoca en redescubrir la dimensión pedagógica que contienen las diferentes prácticas institucionales habituales en las escuelas. Es por eso que se consideran las interacciones, y los múltiples intercambios que allí se suscitan, también como espacios de aprendizaje conjunto. Se intenta redescubrir a la escuela como lugar de formación no solo para los y las estudiantes, sino también para todos los que la habitan.
Fabiana Gramaglia, cursante de la Actualización, relató que el transcurrir por el trayecto formativo le permitió ver que “cierta rutinización de la actividad se rompía”: “Empezaba a mirar mi trabajo de otra manera. Empezaba a descubrir que había otras personas que tenían las mismas inquietudes y que, si me amparaba en la teoría que tanto me estaban brindando, el trabajo se volvía más significativo”.
En similar sentido, Sonia Valdez afirma: “Me permitió poner en duda lo instituido en la escuela; aquellas cosas que están naturalizadas y que es necesario visibilizarlas desde el rol de la gestión”.
Finalmente, como un eje transversal de todo el proceso de formación, tanto la actualización como la especialización pretenden enfatizar la tarea del director como responsable pedagógico del desarrollo de las acciones colectivas situadas. En esa dirección, se articula una mirada que hace pie en lo pedagógico como el principal pilar que sostiene la conducción educativa. Y para David Ávalos, reciente egresado, este es el principal aporte que le dejó la experiencia: “Lo que me llevo como lo más importante es esta redefinición del rol directivo que, muchas veces, se piensa desde la gestión meramente administrativa y que, en la propuesta de formación del ISEP, está repensada desde cuestiones más pedagógicas”.
En suma, ambos trayectos formativos se proponen poner en suspensión una serie de supuestos que circulan en la vida cotidiana de la escuela y volver a mirar cada realidad situada desnaturalizando lo cotidiano y revisando en profundidad las prácticas que atraviesan la conducción escolar. Así, se concibe el aprendizaje como una construcción compleja que ocurre, también, en este trabajo diario de cuestionamiento y resignificación.
“Podría graficarlo con la idea de un rompecabezas. A lo largo del avance de este trayecto, cada pieza se va ubicando en su lugar. Poder comprender y ver a la escuela como una construcción social a lo largo de la historia y ver la escuela como el espacio en el que la cultura se encuentra para construir nuevos sentidos, nuevos significados”, sintetiza Laura Bossa, cursante y egresada.