El evento contó con la disertación de Javier Trímboli y de Eduardo Wolovelsky. A partir del mito de Frankenstein y de los aportes de Philippe Meirieu, la jornada se propuso como un espacio de reflexión en torno a la necesidad de abandonar la concepción del acto pedagógico como la fabricación de un otro y comenzar a pensarla como una praxis emancipatoria.
Con una gran convocatoria, se llevó a cabo el pasado lunes 27 de agosto el conversatorio “¡Está vivo! Frankenstein nos interpela” en el Instituto de Enseñanza Superior Simón Bolívar de la ciudad de Córdoba. El encuentro, que contó con la disertación de Javier Trímboli y Eduardo Wolovelsky, se dio en el marco del espacio “Diálogos sobre pedagogía, a propósito de los límites de la ciencia, la tecnología y la educación”, que pretende abordar interrogantes en torno al campo del conocimiento y la educación.
Desde este planteo inicial, se partió de la conexión entre el mito moderno Victor Frankenstein y nuestro conflictivo tiempo actual, entrelazando los 200 años de la obra literaria de Mary Shelley y la perspectiva del pedagogo francés Philippe Meirieu, autor de “Frankenstein educador”, uno de sus principales libros.
A partir de ese vínculo, se pensaron las dificultades y las tensiones de ese mito occidental que nos acompaña y que nos abre una serie de interrogantes sobre qué puede ocurrir cuando se presume que es posible fabricar a un hombre.
Para Eduardo Wolovelsky, Frankenstein funciona como una metáfora de fabricación, en tanto “Meirieu plantea el problema de fabricar un alumno, de fabricar su imaginario, sus compromisos, sus ideas”.
Asumiendo ese problema como un punto de reflexión -explicó Javier Trímboli-, Meirieu identifica la poiesis -creación- como idea de fabricación que entiende que la relación entre un maestro y un alumno o entre un artista y su obra es una relación que comienza en un punto y termina en un punto; que tiene un objetivo. Ante eso, repone la noción de praxis como un proceso de formación que no tiene un único objetivo ni una única finalidad. “El acto educativo, para Philippe Meirieu, necesita saber siempre y estar conforme con el enigma que implica la llegada de un otro con el cual nosotros nos comunicamos, pero en donde lo que hace ese otro con nuestros saberes está en sus manos y no hay que abandonarlo. Aún cuando lo que lleva adelante sea otra cosa que la que nosotros habíamos imaginado”.
En el contexto de esas reflexiones, es que adquiere sentido la pregunta: ¿pueden los educadores resistir a la tentación de una pedagogía de la fabricación para alentarse hacia un posicionamiento que asuma la pedagogía como acción y como apertura a lo nuevo?
La directora del ISEP, Adriana Fontana, valoró el espacio de interpelación que las disertaciones de Wolovelsky y Trímboli supusieron, rescatando el aporte que cada uno realizó al encuentro: “Eduardo nos llevó al corazón de la obra, a interrogarnos sobre qué hubiera pasado si la obra hubiese salido bien, si la criatura no hubiese sido horrible. Y entonces ahí nos enfrentamos con un deseo que está muy bien interrogar: ¿acaso estamos queriendo que unas personas sean creadoras de otras?, ¿y vincular la vida con esa posibilidad, de que unos, entonces, quieran dominar a otros?”. “Javier nos saca de ahí -continuó Fontana-, nos vuelve a preguntar, junto con Meirieu, si los educadores podemos alentarnos a una pedagogía como acción, en clave con los planteos de Hannah Arendt, que está abierta a lo nuevo, a lo que está por venir, a lo que no se puede predecir y, entonces, ahí la vida liga con la libertad”.
Finalmente, Eduardo Wolovelsky argumentó la significatividad de posicionarse en el mito de Frankenstein para empezar a pensar la educación en la actualidad. En primer lugar, precisó, “la escuela tiene que pensar los grandes desafíos culturales y tecnológicos, el desarrollo tecnocientífico, que son las grandes fuerzas sociales del mundo actual. No tenemos respuestas pero la escuela tiene que poder formular estas preguntas. A su vez, esta significatividad tiene que ver con la metáfora frankensteiniana como la fabricación de… de un alumno, de un ser humano a medida. Porque el dato interesante es que Frankenstein no resuelve el problema de la muerte particular de alguien, sino que él intenta vencer la muerte. Con lo cual estamos frente al problema de la fabricación que se entronca con el primer problema que hablamos: hasta dónde deseamos armar un nuevo hombre”.
Encuentro de docentes junto a Philippe Meirieu
Recordamos que este conversatorio, juntos con otros dos que se realizarán, forma parte del espacio “Diálogos sobre pedagogía, a propósito de los límites de la ciencia, la tecnología y la educación” que culminará en el mes de octubre con la visita del pedagogo francés Philippe Meirieu.
Al igual que el pasado Encuentro de Docentes, en el que participaron Inés Dussel, Jorge Larrosa y Jan Masschelein, en este evento se llevarán a cabo una serie de disertaciones y paneles que tendrán como objetivo compartir la mirada de Meirieu sobre el sentido de la formación docente en el contexto actual. Será un espacio que permitirá abordar los postulados centrales de la obra del pedagogo francés que ayudarán a pensar los procesos educativos contemporáneos. La paradoja de la educación como fabricación del alumno y la propuesta de pensarla como una praxis que promueva la emancipación de los sujetos serán dos de las principales ideas que atravesarán el encuentro.