Se llevó a cabo el pasado lunes 28 de mayo en el Instituto de Educación Superior Simón Bolívar, de la ciudad de Córdoba. Sus disertantes, Adriana Fontana y Javier Trímboli, exploraron la noción de experiencia, a partir del pensamiento de Jorge Larrosa, y su relación con el trabajo docente, el vínculo con los estudiantes, el conocimiento y la cultura digital.
Con el objetivo de repensar la tarea docente en el contexto actual, atravesado por un universo de experiencias en entornos virtuales que interpelan los saberes y las prácticas de enseñanza, el pasado lunes 28 de mayo se llevó a cabo el encuentro “Experiencia escolar en el siglo XXI: ¿Frankenstein educando a Pulgarcita?”.
Se realizó en el Instituto de Educación Superior Simón Bolívar, de la ciudad de Córdoba, en el marco del espacio “Diálogos sobre Pedagogía”, una instancia de encuentro que propone el ISEP sobre alguna de las múltiples aristas que atraviesan la pedagogía como problemática conceptual y práctica. Este encuentro, además, participó de la Especialización en Educación y Medios Digitales y se constituyó como un adelanto del encuentro de docentes que se realizará el 2 y el 3 de julio de este año con la visita de Jan Masschelein, Jorge Larrosa e Inés Dussel.
Javier Trímboli, uno de los disertantes, explicó que el título del encuentro hace referencia a dos libros: uno de Philippe Meirieu, denominado Frankenstein educador, y otro libro de Michel Serres, más cercano en el tiempo, que se llama Pulgarcita.
“Mientras que en el libro de Meirieu lo que se hace es colocar en el centro de su análisis al maestro clásico que entendía que era posible formar al alumno a su imagen y semejanza, tal como había hecho Frankenstein con su monstruo, en el libro de Pulgarcita se plantea la irrupción de nuevas sensibilidades. Algo que tiene que ver con los jóvenes y, al mismo tiempo, nuevas disposiciones en la relación con la tecnología. Pulgarcita alude directamente a estos jóvenes que tienen más habilidad con el uso del pulgar, mandando mensajes de texto, hablando por WhatsApp”, señaló Trímboli.
Consultado sobre cuál fue el objetivo del seminario, el historiador recordó: “Lo que nos preguntábamos en el seminario era cómo es posible que Frankenstein, una invención del siglo XIX, se las siga viendo con Pulgarcita, que es una invención del siglo XXI”.
Bajo ese disparador, el encuentro abordó en profundidad el concepto de experiencia, haciendo eje en su relación con el ámbito escolar. “¿Es posible que el aula aloje una experiencia educativa?, ¿es posible que el vínculo que se produzca en el aula con los más nuevos tenga que ver con la experiencia?”, se preguntó Trímboli durante el ciclo y reflexionó: “En todo maestro está la tentación de la omnipotencia; la idea de que la escuela lo puede todo. Philippe Meirieu va a decir ‘no, lo que puede es limitado’. Su conocimiento y su sabiduría puede ser efectiva si conoce los límites de lo que puede”.
Sobre esto, Trímboli agregó también que la praxis de la escuela está repleta de calamidades y que hay que saber sobrevivir a ellas: “Fundamentalmente, tiene que ver con que no se nos escucha cuando queremos que se nos escuche. No hay maestro que no tenga que trabajar con dejar herir su propio ego: su yo omnipotente”.
Al respecto, Adriana Fontana expresó que en la escuela se convive con esa imperfección desde hace siglos: “Los maestros sentimos una violencia al asumir formas y contenidos de un siglo XXI al que casi no podemos resistirnos. Sabemos que estamos un poco afuera de cosas que nos importan, que nuestros hijos comparten con otros seres queridos acontecimientos y que nosotros no participamos. Sabemos que nos estamos perdiendo algo que no deberíamos perdernos. Estamos metidos en el siglo XXI en una escuela del siglo XX”.
Y continuó: “Es importante hacer una lectura de Pulgarcita y mirar cuánto de eso nos habla acerca del vínculo que construimos con los nuevos sujetos. Esos nuevos que se presentan a un hombre de 88 años, tan radicalmente alejado, y terminan dando pista de que necesitan lo mismo que cualquier nuevo que recién llega, alguien que genera un espacio donde producir lazos. Pulgarcita está de moda, está todo disponible, todo a mano, pero están los jóvenes sin referencias, con el control remoto cambiando sin que nadie les diga ‘por acá sí’, ‘por acá no’”.
En ese punto, la especialista ubicó la posibilidad que se le abre a la escuela de constituirse como un espacio de referencia frente a ese contexto: “Ahí podemos poner a la escuela en el lugar de una escuela que se haga cargo de generar lazos, de promover experiencias”.
A propósito del concepto de experiencia, Javier Trímboli también hizo referencia a Walter Benjamin, filósofo y crítico literario, quien expresa que la experiencia es lo que sucede, lo que ocurre, aquello que ya tenemos y donde podemos inscribir lo nuevo. “Experiencia es acontecimiento; es inscribir lo que sucede en una narración previa. Para Benjamin, hablar de experiencia es hablar de narración. Para él, la experiencia es lo otro del shock, es aquello que nos derrumba. Y, ante el shock, queda el derrumbe: la posibilidad de hacer poesía moderna”.
Por su parte, Delia Provinciali, secretaria de Educación de la provincia de Córdoba, resaltó que este tipo de espacios “tiene un altísimo valor porque supone la presencia de docentes que tienen el interés de poner la palabra o de poner la pregunta” y se sumó a la reflexión sobre los desafíos de la escuela en la actualidad: “En muchas oportunidades se escucha la frase ‘Tenemos una escuela del siglo XIX con docentes del siglo XX y alumnos del siglo XXI’. Y me parece que es contradictorio el punto en que tenemos que lograr el encuentro: qué cosa de la escuela, como altísimo valor, hoy debe ser reivindicada, porque sigue siendo el espacio público por excelencia donde los estudiantes y los sectores populares tienen la posibilidad de encontrar adultos que se animan a decir ‘podés pensar un proyecto de vida que no replique las desigualdades’; eso es la escuela, eso es lo mejor de la escuela”.
Para Provinciali, es de suma importancia escuchar lo que se dice en las aulas, “correrse del lugar de la omnipotencia”, “dejarse conmover por esto que están diciendo los estudiantes” y volver a jerarquizar a la institución escolar: “Hay una necesidad de volver a empoderar fuertemente el lugar que tiene la escuela y el lugar que tiene un docente cuando de verdad cree en el poder de habilitarle a los nuevos la posibilidad de que reciba la herencia pero de que, al mismo tiempo, tenga la capacidad para recrear un mundo más justo”.
El desafío de los cursantes
Para Javier Trímboli la intervención de los asistentes, colegas y estudiantes fue interesante ya que, durante la jornada, se manifestaron plenamente: “Me parece que esa fue otra señal, se produjo una conversación pensando en los cursos que se estaban abriendo”.
Por su parte, Patricia Solí, cursante del profesorado de Educación Tecnológica en el Instituto Superior del Profesorado Tecnológico, explicó que el seminario dio pautas sobre cómo el docente debe pararse frente al aula a la hora de transmitir conocimientos: “La propuesta me pareció muy buena e interesante, da muchas cosas a pensar. Mi formación fue muy estructurada a la vieja escuela que no está acorde al sistema actual. Entonces, volver a repensarla, repensar cómo dar las clases, pensar en los niños que vamos a tener a cargo, es muy interesante”.
En tanto José, cursante de la misma carrera, consideró que “la propuesta giró en torno a una impronta conceptual y discursiva insoslayable; el desafío de la democratización del aula”. “Entender también que los aprendizajes que hoy circulan a través de otros medios, como lo audiovisual o lo tecnológico, sirven para aprender, para crecer y para construir nuestro futuro perfil”.
El próximo encuentro
El próximo encuentro del espacio “Conversando sobre Pedagogía” se llevará a cabo el 12 de junio y versará sobre aquello que define a la escuela en un creciente contexto de digitalización de la cultura. Los disertantes serán Inés Dussel, profesora e investigadora, y Marcelo López, secretario de Gestión Institucional del ISEP.