En el módulo “Las sociedades y los espacios geográficos: paisajes urbanos y rurales y su enseñanza” se desarrolló una idea fundamental del abogado y geógrafo brasileño, Milton Santos, analizando el medio urbano y las ciudades como espacios vividos. Gabriela Lamelas, coordinadora de la especialización en la Enseñanza de las Ciencias Sociales en la Educación Primaria, contó que la plaza Colón se constituyó como un foco en el que cada cursante se tomó un tiempo para reconocer objetos materiales, vincularse con los sentimientos que le provocaba el espacio, dar lugar a los diferentes sentidos y dejarse provocar.
Analizar la ciudad como medio urbano de manera integral, como un conjunto de espacios vividos y no solo como el escenario en el que se desarrolla la vida de las personas, fue parte de la búsqueda del módulo “Las sociedades y los espacios geográficos: paisajes urbanos y rurales y su enseñanza”, de la Especialización en la Enseñanza de las Ciencias Sociales en la Educación Primaria.
En el módulo se partió de la perspectiva del abogado y geógrafo brasileño Milton Santos, que posibilita aquella mirada amplia y profunda que habilita a pensar la creciente complejidad de las ciudades en el llamado milenio urbano, tanto para su comprensión como para su abordaje en el aula. En ese marco, la propuesta fue realizar un acercamiento a la ciudad como un espacio que no es uniforme ni unívoco, es decir, que hay espacios diferenciados y diferenciales que implican distintos modos de habitar, circular y apropiarse de la ciudad.
Para eso, los cursantes realizaron un recorrido por algunas calles del barrio Alberdi de la ciudad de Córdoba, particularmente por la plaza Colón. La actividad persiguió dos objetivos de trabajo: el primero fue volver a pensar los espacios urbanos advirtiendo posibles simplificaciones; el segundo, reconocer la potencialidad de incluir formas narrativas para abordar la complejidad del espacio geográfico, especialmente el ensayo fotográfico. De este modo, a partir de recorrer, visitar y disfrutar un ensayo fotográfico (“La vida austera”, de Cristina Fraire), se trabajó sobre sus características con miras a bosquejar posibles itinerarios de enseñanza que lo incluyan como articulador para enseñar los diversos temas que, en torno a este eje, se establecen en los diseños curriculares.

La coordinadora de la especialización, Gabriela Lamelas, explicó que la invitación comenzó pensándose como viajeras y viajeros que recorren un lugar con ojos nuevos, dispuestos a detenerse y dejarse sorprender: “Las calles del barrio nos invitaron a observar fragmentos de lo cotidiano, las marcas del tiempo en el espacio, los sujetos que constituyen ‘el paisaje’ urbano de Córdoba, la relación de lo local en el contexto global, la presencia de lo natural en el entramado de la ciudad, los tiempos que se superponen en un mismo edificio o recorrido, las capas de sentido que conforman el espacio, entre otras cosas”.
En ese marco, los y las cursantes reconocieron los diversos objetos materiales pudiendo vincularse con los sentimientos que provocaba el espacio, dando lugar a los diferentes sentidos y dejándose provocar por ese territorio. Se partió, así, del supuesto de que el espacio es una forma de acceso a un universo de representaciones sobre lo social y lo cultural: “El espacio condensa las prácticas de muchos actores, desde las aves de los techos hasta los movimientos políticos. Al mirar un pequeño fragmento de espacio, una estatua, por ejemplo, podemos encontrarnos con un proyecto de país del siglo XIX, con la estética de un estudiante secundario que pintó las uñas de la estatua, con la fauna que puebla nuestra ciudad, con el hollín que respiramos, con consignas políticas o con el clima del día. Era ese carácter pleno de capas y de sentidos del espacio lo que queríamos intentar captar”.
La actividad se compuso de varios ejercicios: caminar toda una cuadra mirando hacia arriba, oler, escuchar todos los sonidos posibles. También debían sacar fotografías, pero con la orientación de que debían ser pocas y de detalles. Posteriormente, se compartían en un foro para cargarlas de sentido mediante el diálogo y la discusión.
Amelia Fontaine, responsable de contenidos del módulo, explica que cada cursante se posicionó en la mirada del viajero como eje para salir a recorrer el barrio: “Un viajero -profundiza Fontaine- pasea, curiosea, se deja interpelar y sorprender por lo que le rodea. El viajero espera encontrar sentidos en un espacio que sus habitantes recorren todos los días sin prestarle atención, como si estuviera dado. Entonces, lo que queríamos rescatar es esa mirada que busca sorprenderse”.

Por su parte, Cecilia Argañaraz, tutora de la especialización, agrega que se buscaba entrenar “una mirada en la cual el espacio no es un telón de fondo sobre el que transcurre la vida, separada de él, sino que podemos entenderlo como una acumulación constante, móvil, contradictoria y dinámica de las expresiones materiales del mundo”.
Y agregó: “¿Qué sentimos en el recorrido?, ¿de qué olores, colores, sonidos se va construyendo el camino?, ¿qué vemos que nunca vimos?, ¿qué fragmentos nos dicen algo?, ¿qué marcas del tiempo encontramos en el espacio vivido? Estas fueron algunas ideas de clases anteriores que se hicieron presentes durante el recorrido”.
La instancia posterior a la observación consistió en un trabajo de mapeo grupal sin reglas ni escalas, sino buscando representar lo que se había podido retener del espacio recorrido. Eso habilitó un ámbito de diálogo en el que salieron a la luz las múltiples perspectivas sobre el espacio, lo que cada cursante había seleccionado para poner y lo que había dejado afuera.
Sabrina Ramallo, cursante de la especialización, valoró como positivas las percepciones tras haber realizado la actividad “ya que implicó la experimentación de una estrategia didáctica que facilita el abordaje de la realidad espacial social”; y agregó: “Pudimos visibilizar los conceptos estructurantes, los cuales habilitan al extrañamiento de lo cercano; pero, además de la estrategia como tal, la posibilidad de vivenciarla junto a las compañeras de la especialidad y el acompañamiento de la tutora”.
Finalmente, consultada sobre el aporte de la dinámica y del módulo, Ramallo sostuvo que los lentes desde los cuales observaron “se quedan para siempre”: “Es imposible quitártelos, se instalan para que ya no puedas mirar simplemente, se quedan para deconstruir los sentidos que nos rodean, se quedan para recordarnos qué es la realidad social”.
Cómo citar a este artículo:
Instituto Superior de Estudios Pedagógicos. (2018). Alberdi, escenario clave para estudiar la ciudad de Córdoba. Ministerio de Educación de la Provincia de Córdoba.