Leer a Borges para abordar relaciones entre Pedagogía y Cultura parece una verdad de perogrullo. Su importancia y renombre parecieran hablar por sí mismos. Borges es la principal figura de nuestra tradición literaria y cultural, se presenta como la máxima autoridad que viene del pasado a dar sentido al presente y a nuestra identidad. Después de Borges no hay ningún escritor o escritora argentina que haya podido evitarlo, todos lo tienen como una sombra ante la cual cada quien busca su propia luz.
No obstante, cuando comenzamos a dar los primeros pasos entre los cuentos de su autoría, cuando ponemos atención a los primeros ensayos de las décadas de 1920 y 1930, cuando nos acercamos a sus libros de poemas, pronto caemos en la cuenta de que aquello que creíamos una verdad de perogrullo y autoevidente -Borges como la máxima autoridad de la literatura argentina-, nos enfrenta de inmediato ante un dilema: el cuerpo de escritos que serían la máxima autoridad de nuestra tradición no hace más que disolver la idea misma de “tradición”, “autoridad” e “identidad”. Borges se presenta en un mismo movimiento colocado en el centro de la tradición nacional y al mando del principal movimiento contra la idea misma de tradición: las vanguardias históricas.
El seminario propone, por tanto, abordar el dilema entre “tradición” y “vanguardia” en la literatura de Borges reconociendo que en su tensión se repiten interrogantes propios del trabajo docente: la necesidad imperiosa de legar tradiciones culturales a las nuevas generaciones, habilitando –en un mismo movimiento– la irreverencia necesaria para su efectiva transmisión.